¿Por qué contratar depósitos con una rentabilidad como la actual?

Si repasamos la actual oferta de depósitos bancarios en nuestro país nos encontramos de frente con una rentabilidad inimaginable (por lo reducida) hace tan sólo un año. Este hecho además tiene visos de no cesar al menos en el corto plazo, estos primeros días del mes de octubre hemos asistido ya a nuevas rebajas en algunos de los depósitos más emblemáticos o más conocidos dentro de la oferta existente en nuestro país. Aún así, se siguen contratando depósitos y siguen siendo una herramienta de ahorro muy apreciada por el usuario; ¿pero, por qué contratar depósitos con estas rentabilidades?

Hay que precisar que en la actualidad la oferta sea simplificado de manera notable; los depósitos de contratación offline se han visto reducidos en cuanto al número de oferta, mientras que también se han ajustado los online aunque éstos en menor medida. Esto significa un agrupamiento, tal vez no deseado pero real, de la oferta que además, debido a los escasos márgenes de rentabilidad, cada vez se pega más una a otra en cuanto a propuestas, por lo que diferenciar las resulta complejo.

Por qué contratar depósitos
Por qué contratar depósitos

En este contexto como indicábamos pareciera muy difícil entender el motivo por el cual seguimos contratando depósitos, sin embargo, hay razones más que evidentes por las que se trata de un producto aún con un calado profundo entre los ahorradores.

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La seguridad

Tendemos a tener una memoria relativamente frágil en el apartado financiero, sobre todo, si no nos ha llegado a tocar el bolsillo. Esto significa que, aunque aún debiéramos tener presente los cerca que se ha estado en varias ocasiones (la crisis de Chipre sin ir mucho más lejos) de intervenciones gubernamentales sobre los depósitos protegidos por los fondos de garantía, tal vez no fuéramos tan confiados, lo cierto, es que las quitas a los depósitos por debajo de los 100.000 euros (límite de cobertura de los fondos de garantía) no se han producido en nuestro país, y, tampoco tenemos la sensación de riesgo, mucho menos ahora, que desde otros países se percibía en ese sentido.

Dicho esto, resulta más que entendible que sean muchos los ahorradores que no desean exponer bajo ningún concepto su patrimonio, y más aún los pequeños ahorradores. En este caso la garantía implícita en el propio producto que suponen los depósitos, unida a la garantía del FGD es un argumento de peso, yY probablemente el más importante, a la hora de inclinar la balanza del usuario en la elección de productos de ahorro. Es la sensación de ganar menos sin arriesgar prácticamente nada o nada, algo que evidentemente resulta atractivo para muchos perfiles de ahorrador.

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La baja cultura financiera

En calzada directamente con el punto anterior y no es sino una realidad palpable en nuestro país. No poseemos una cultura financiera elevada ni mucho menos, de hecho, ni siquiera de media manejamos con eficacia las finanzas domésticas con lo cual es comprensible que el acceso a los productos financieros resulte en el fondo para muchos un auténtico problema.

Contratar depósitos

En este contexto, la dirección que los ahorros pudieran tomar hacia productos alternativos a los depósitos, pero menos conocidos o menos sencillos de comprender, queda desechada en favor de un producto de toda la vida, una imposición a plazo conocida, con la que llevamos conviviendo años y años de relación entre usuarios y productos bancarios.

Probablemente, según avanza el nivel de cultura financiera, sin descartar en absoluto los depósitos, empiezan a entrar en juego las combinaciones entre productos, sin embargo, cara al usuario medio esto sigue sin ser así en nuestro país.

No necesariamente tan poco rentables

Aquí se abre un debate interesante y además muy de actualidad. La realidad es que si trazáramos una comparativa de la última década en relación a los depósitos nos sorprendería que de manera cualitativa probablemente estemos en uno de los momentos con mayor ratio de beneficio en dirección al usuario, sin embargo, esto queda ensombrecido en el cómputo cuantitativo ya que los porcentajes de rentabilidad son exiguos y las cantidades que se percibe también.

Hay varias explicaciones a este hecho. La primera de ellas de que ver por supuesto con los costes, aquí nos encontramos en una tesitura en la cual los depósitos generan mucho menor nivel de costes que antaño, lo cual sin duda es una parte a tener en cuenta cuando afirmamos que de manera cuantitativa los depósitos son hoy en día más rentables que en su época de imposición a 12 meses al 3%.

La segunda cuestión tiene que ver sin ningún género de duda con el precio del dinero, en la actualidad nos encontramos con mínimos históricos en el precio del dinero, con un tipo de interés al 0.05%, en los últimos años jamás la rentabilidad de los depósitos se había tenido que cruzar contra un tipo de interés tan bajo, por ejemplo, si hablamos del pasado año estamos hablando de tipos de interés al 0.75% o 0.50% obviamente muy lejanos y que, comparativamente, redundan en favor de la rentabilidad de los depósitos actuales comparativamente con la rentabilidad de los anteriores.

En el contexto anterior debemos también situar la importancia de las previsiones en relación a la inflación. Para el ámbito europeo se prevé el cierre del ejercicio con una inflación en torno al 06%, mientras que, no son pocos los analistas que sitúan en este caso el cierre de 2014 en nuestro país en torno al 0.2% de inflación. En un proceso de desinflación, cercano teóricamente a la deflación, realmente el objetivo de batir a la inflación con la rentabilidad de los depósitos (algo que siempre está en la base de la contratación de estos productos) puede lograrse a pesar obviamente de tratarse de unas circunstancias anómalas.13

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