Tras los drásticos cambios sufridos por el banco británico, y su estatización temporal, el ministro de Finanzas británico, Alistair Darling, deberá informar a la Unión Europea si tiene la intención formal de continuar ayudando, a nivel gubernamental, los destinos de la entidad.
Y si es que esto prosigue, deberá tomar dos medidas urgentes, recortar el número de hipotecas y de su personal. Así la vieja política de conceder en sus tierras, una de cada cinco nuevas hipotecas como sucedió durante el primer semestre de 2007, pasará al olvido, aunque quedara entre los desastres financieros más importantes de la banca europea.
Desde el pasado mes de septiembre, la entidad ha concedido un número muy pequeño de nuevas hipotecas (durante los dos primeros meses del año, el 10% del registrado en el mismo periodo del ejercicio precedente).
Sin embargo, Northern Rock, necesita suscribir un nivel mínimo de hipotecas por la necesidad de colocar activos en Granite, su vehículo financiero hipotecario.
En paralelo, la entidad deberá reestructurar su plantilla y para evitar despidos masivos se está barajando la posibilidad de que la entidad ofrezca servicios administrativos a otros bancos locales.
La entidad tiene que devolver al Banco de Inglaterra en el plazo de un año 10.000 millones de libras de los 24.000 millones que le ha prestado la institución en los últimos meses.